lunes, 9 de febrero de 2009

MENSAJE A MI MISMO

El sueño es el mensaje que yo me envié a mí mismo, es decir, que el que duerme le envía al que se despierta, para que ambos se descubran, para que se conozcan, para que yo pueda recobrar asi mi unidad e integrarme como persona completa. Día, silencio y sueño; cuerpo , mente y espíritu.

A lo largo de la vida hemos ido escondiendo partes de nuestra totalidad debido a los condicionamientos que vamos estableciendo , ya sea porque declaramos su imposición; o sea; que han sido impuestos por nosotros mismos.

Reglamentos, libertades, restricciones, prohibiciones, permisos, presiones, y miedos; jirones del ser van quedando perdidos en el camino de la vida; aspectos verdaderos y válidos de una personalidad han sido reprimidos por la propia persona.

Yo mismo los he olvidado. Pero han quedado archivados y conservan su calor o su frío.
Reviven intactos en el reino de los sueños para que yo tome conciencia de que en algun momento los escondi de mi vista. Vienen a pedirme que los admita nuevamente en mi vida porque les pertenece. Aparecen en mi sueño disfrazados de escenas, objetos y personas que no son sino yo mismo , aunque a primera vista ni pueda ni quiera yo reconocerlos.

Cada imagen de mis sueños es una porción de mi ser. Sólo si sospecho que son partes perdidas y enajenadas de mí mismo; y solo si quiero recuperarlas se quitarán la máscara y podré reconocerlas y admirarlas. Las podré aceptar tan solo si reconozco que las necesito para volver a ser yo mismo en toda mi plenitud.

La sensura de la mente suprime durante el día emociones , reacciones, pensamientos y movimientos que quedan asi condenados a no ver la luz del dia. En la noche se dequitan , y todo lo que a sido suprimido durante la vigilia aparece libremente , con la libertad sin sensura del reino de las sombras.

Eso es el sueño. Un aspecto de mi totalidad que yo no he permitido que participe de mi; no lo dejé nacer pero ahí está esperando su parto porque está vivo y en condiciones de integrarse al resto de mi. Ante mi propio sueño me veo y me escucho a mí mismo; observándolo con amor le permito nacer. Volverlo a vivir , despierto , me permite hacerle un lugar y reacondicionar toda la parte incompleta de mí para recibirlo como se merece. Me reconozco en esa "sombra" y la integro a la realidad al darle luz.

Esas piezas desconocidas que faltaban en el rompecabezas de mi vida no me permitían conocerme completamente y aceptarme con todas mis partes sin juzgarlas ni catalogarlas. Aceptarlas amplía mi conciencia de mí mismo.

Cuando Freud definió los sueños "como el camino real para llegar al subconciente" no dejó claro que no sólo hace falta "llegar" al subconciente, hay que "traerlo" de regreso e integrarlo a la conciencia en el presente.

Ese camino real, de realidad y realeza, le da sentido a los símbolos que cada persona cultiva en su vigilia y lleva a sus sueños para crear la coreografía de la escena. "Ese camino permite en palabras de Carlos Vallés ; reconciliar el Angel y la Bestia que llevamos dentro"


CAROLA DE RUZO
24 DE ABRIL DE 2000

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